miércoles, 6 de enero de 2010

El viaje

Empezaré a contaros... desde el principio. Salí el pasado lunes 4 de enero desde Bilbao con dirección a Londres. Allí me esperaba el aeropuerto de Heathrow, el mayor en el que jamás he estado, y eso que no salí de la terminal 3. La verdad que iba un poco como Paco Martínez Soria. Me aguardaban casi 6 horas de espera hasta que cogiese el vuelo hacia Melbourne... y entre cambios de temperatura y aires acondicionados, me iba poniendo malo por momentos, lo cual se convirtió un poco en la tónica del viaje, y aún sigo pachucho. Al pasar los controles de seguridad se me olvidó quitarme el reloj, con lo cual aquello empezó a pitar, y por esa tontería el guardia me pegó una sobada de escándalo... pa' mí que se aprovechó... Tras esto me zampé el bocata de jamón ibérico que llevaba, el último que comeré en 4 meses.
A las 21:15 por fin embarcamos en el vuelo de Qantas, la aerolínea australiana. Una hora después del despegue nos sirvieron la cena, con la cual no contaba, pero que procedí a devorar. Se trataba de una ensalada de alfalfa (!) o algo así, pollo con guarnición de arroz y verduras, y un postre que no sé que era, pero estaba riquísimo. Después sirvieron "té, chocolate y café"... y antes de dormir pasaron dando bolsitas con chocolatinas y frutos secos. Al despertar unas horas después nos sirvieron unos ricos desayunos, justo antes de aterrizar en el aeropuerto de Singapur para repostar. Allí después de 45 minutos, volvíamos embarcar. Tras despegar nos sirvieron otra cena (pues allí ya había vuelto a anochecer), consistente en ensalada de pepino (que procedí a dejar en la bandeja), ternera con guarnición y macedonia de frutas. Por cierto, se me olvidaba contaros que en el avión teníamos una pequeña tele para cada asiento, pudiendo elegir entre cientos de películas, discos, documentales, series, etc. Había películas muy recientes, pudiendo elegir, en algunas, el audio en español. La pega: era español de sudamérica...
Después de otro período para dormir, en el que no pegué ojo, nos sirvieron otro desayuno, jusrto antes de aterrizar en Melbourne.
Por fin estaba pisando suelo australiano, en un aeropuerto, el de Tullamarine, no demasiado grande. Después de un bus y dos tranvías, llegué a la residencia.
Continuará...

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